Inmorales

Los obispos de la iglesia católica han vuelto a dar un paso más en el distanciamiento de la inmensa mayoría de los españoles en general y de sus fieles en particular, no sólo posicionándose al lado de la derecha más rancia, radical y fundamentalista que nuestro país haya conocido en los últimos años, sino actuándo como meros agentes electorales del PP. Su último comunicado les hace un flaco favor a ellos mismos, pues no acercará a los católicos al PP, sino que los distanciará de su propia iglesia, que mezclando churras con merinas, se dedica ahora a decirles a quien han de votar.

Utilizan argumentos mezquinos y malintencionados, que ignoran (mejor: que silencian) que ese partido al que intentan cobijar también dialogó con ETA y que pasan por alto su propio cisma con la iglesia en el País Vasco por estos asuntos.

Esta actuación es un argumento más para revisar los acuerdos con el Estado del Vaticano en la próxima legislatura. La Constitución no obliga al Estado a tener una relación preferencial con el la iglesia católica. La mención de la misma tiene meros efectos administrativos (que la iglesia católica no está obligada a inscribirse). Y la colaboración, que sí está constitucionalmente precrita, puede ser muy ampliamente interpretada por cada gobierno.

Éste es el camino: la separación cada vez mayor entre iglesia y Estado. Sólo cuando la iglesia y el Estado estén totalmente separados no será inmoral que ésta pida el voto para un partido o para otro. Pero lo que no es de recibo es que usen sus recursos económicos de origen público, esos que salen de los impuestos que pagamos todos, para hacer campaña electoral por el PP.